LA OTRA VERDAD DEL CONFLICTO COLOMBIANO
Existe una Colombia muy presente en nuestros medios de comunicación, donde el mayor problema son los secuestros de la guerrilla de las FARC. Sin embargo, aunque no tan conocida, existe otra en la que sicarios asesinan a sindicalistas y periodistas, o los grupos de paramilitares acaban violentamente con la vida de activistas o campesinos. Según la ONU, desde 1984 hasta hoy han muerto violentamente más de 2.800 sindicalistas, lo que supone una media de cien al año.
El periodista Unai Aranzadi lleva años mostrando esa cara de Colombia, marginada de la opinión pública. Hace una década, Aranzadi decidió armarse con una cámara y recorrer los puntos calientes del planeta, y ha cubierto los conflictos de Irak, Zimbabwe, Bolivia o Somalia, entre otros lugares, para cadenas como la BBC, CNN o Al Jazeera.
Aquí un extracto de la entrevista que diera a Macondo On Line, donde acusa al gobierno colombiano, liderado por Juan Manuel Santos, de ser quienes quieren guerra.
“Santos de momento no está por la paz, está por la guerra. El asesinato del comandante Alfonso Cano, quien enfatizó hasta su muerte la necesidad de un proceso de paz, lo deja claro, como también lo hace el hecho de que se minimice, e incluso proteja, a los 14.000 paramilitares que siguen matando y extorsionando. Por otro lado, existe un hecho muy preocupante que, como se trata de algo generado por el Poder, cuenta con gran eco en los medios de desinformación españoles. Se trata de la nueva "ley de víctimas" y "ley de restitución de tierras", supuesta panacea que Santos propaga como generoso paso dado por el Estado. En primer lugar dichas leyes son papel mojado, porque la tierra que se reconoce para devolver a los desplazados es un tercio de la real, como ha quedado probado en la corte constitucional, y en segundo lugar, porque las víctimas que esta torticera ley reconoce no incluye las ejecuciones extrajudiciales (que son al menos 3000 según la fiscalia), las desapariciones forzadas (57.000 según Naciona Unidas) o los crímenes cometidos por el nuevo paramilitarismo que emergió con posterioridad a la falsa desmovilización del 2005.
Además, el Estado, autor probado en multitud de crímenes de lesa humanidad, no se reconoce como victimario y actor responsable, sino como quien subsidia a unas víctimas seleccionadas. En una de las entrevistas de mi documental, 'Colombia Invisible' el antropólogo Alfredo Molano dice que el mayor obstáculo para la paz en el país será el enriquecido Ejército, que gracias a Washington goza de un presupuesto inédito en la historia de América Latina. También el investigador Danilo Rueda señala un hecho interesante que contradice las lógicas militaristas aportadas por el Ministerio de Defensa. Ellos dicen que eliminar a cada guerrillero cuesta un número de días y dinero, que, si es calculado tal y como dicen, acabar con la guerrilla llevaría otros 50 años de muerte y miles de millones de dólares gastados, por lo tanto, la negociación es la única vía razonable hacia la paz militar y social, aunque ciertos personajes que viven bien sin poner un hijo en el frente, no quieran reconocerlo”.
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